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Shalom – Shalem – La paz y la completitud

La forma de saludar en un idioma dice mucho de la cultura de un determinado pueblo.
Como ustedes ya sabrán en hebreo nuestra forma de decir “hola” es a través del vocablo שלום.
Estamos deseando, en definitiva, que la paz sea con la persona con la cual nos estamos relacionando.
Pero si le colocamos otra puntuación al vocablo שלום podemos formar otra palabra y consecuentemente otro verbo: שלם.
Shalem significa completo y de ahí provienen otros dos verbos לשלם, pagar y להשלים, completar.
Aún más interesante ¿no? Cuando pagamos por algo estamos completando una transacción, la cual no estará completa hasta que cada una de las partes cumpla con lo pactado. Pero recogiendo el significado original que planteamos al principio podemos decir que cuando estamos en paz estamos completos, plenos (shalom-shalem).
 
Hoy justamente quiero hablarles de una de las tantas acepciones que tiene la palabra shalom cuando se une con otro sustantivo: Shalom Bait (שלום בית), paz y hogar o mejor dicho La Paz Hogareña.
 
Son varias las citas y frases célebres que nuestros sabios de bendita memoria han referido al tema de la paz en el hogar. Una de las más significativas a mi entender es la siguiente: “la alegría y felicidad proveniente de una hora de paz entre marido y mujer no se compara a toda la paz eterna en el mundo venidero”. 
 
Una de las primeras preguntas que nos podemos hacer es: ¿a quién se le puede ocurrir comparar una hora de vida matrimonial (por mejor que esta funcione) con la majestuosidad y reverencia de gozar de la paz eterna junto al Trono Celestial?
 
Déjenme decirles que lograr la paz y la armonía en un matrimonio es un verdadero milagro por el cual nuestros sabios han recomendado rezar absolutamente todos los días por la manutención de la misma.
 
Cuenta el midrash que un emperador romano se presentó delante de un sabio judío en la Judea del siglo I DEC y le preguntó: “En dónde se manifiesta la presencia de vuestro Dios”. Sin vacilar el sabio judío respondió: “Hashem** deja entrever su presencia en cada matrimonio que el conforma, uniendo a seres tan disímiles como lo son el hombre y la mujer”
Con su tono soberbio el emperador le respondió: ¿Realmente en eso manifiesta el poder su Dios?, yo puedo crear cientos de matrimonios en un solo momento. De hecho, soy más poderoso que vuestro Dios”. Diciendo esto llevo al sabio a su gran palacio y tomó a cien esclavos y cien esclavas y los casó entre ellos demostrando su supuesto poder divino.
Al otro día el sabio volvió a visitar al emperador al palacio y cuando fueron al lugar en dónde moraban los esclavos contemplaron como entre todas las parejas había disputas, recriminaciones e insultos.
 
De esta forma quedó claro para este soberbio emperador que el hecho de que un matrimonio funcione bien necesita que la presencia divina resida entre ambos conyugues.
 
La receta es muy fácil, pero conseguir los ingredientes para la misma requiere de un trabajo constante y sacrificado.
 
Cuando hablamos de la receta hablamos de procurar amar y respetar a nuestro conyugue, tan simple como eso. Pero cuando hablamos de los ingredientes hablamos de atributos de carácter que no todos están dispuestos a trabajar: paciencia, comprensión, dar más de lo que se recibe, lealtad absoluta, evitar cualquier tipo de crítica, tacto y honestidad total es lo que necesitamos para lograr ese amor y respeto.
 
Hombres y mujeres han sido llamados desde comienzos de la creación divina a vivir el uno junto al otro en paz y armonía para de esa forma multiplicarse formando innumerables familias. A través del cumplimiento de este precepto tan esencial, la humanidad es bendecida por Dios.
 
Si faltamos a este precepto básico y elemental, no podremos acceder a otros y de esa forma limitaremos nuestro crecimiento espiritual y por ende el Tikun Olam (“reparación del mundo”) que podremos realizar será mucho menor de nuestras capacidades reales.
 
Sólo a través del matrimonio y del shalom bait (la paz hogareña) hombres y mujeres pueden llegar a una completitud espiritual, es decir una שלמות רוחנית (shlemut rujanit)
 
Y si lo meditamos en profundidad veremos que esto es muy simple ya que sólo a través del entregarse en cuerpo y alma a otra persona de por vida el ser humano puede dejar de lado su egocentrismo e individualidad para velar por los otros. El primer ser que debe recibir esta bondad, además claro está de nuestros progenitores, es nuestro cónyuge. Sólo a partir de aquí hombres y mujeres podrán ser seres espiritualmente aptos para incidir en el mundo que los rodea. Por eso señalaron nuestros sabios la importancia de contraer matrimonio siendo aún jóvenes.
 
De la paz en el hogar dependerá el bienestar económico, emocional y espiritual de nuestra familia hoy y siempre.
 
Entonces, queridos amigos, los invito a recordar e interiorizar que a través del “shalom bait” puedo “leashlim”, completarme espiritualmente, y convertirme en un ser consciente y difusor de la presencia divina en este mundo.

 

 

**Vocablo para referirse a Dios dentro de la religión judía. Técnicamente significa “Aquél El del Nombre”. Esto como consecuencia en nuestro tiempo de la prohibición de la pronunciación del Nombre Secreto de Dios (tetragrámaton)

Lic. Daniel Osowicki

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